GO, RUN AND RUN......!!!!!!!!!!!!

GO, RUN AND RUN......!!!!!!!!!!!!
wwwlaletra.blogspot.com
Powered By Blogger

lunes, 7 de noviembre de 2011

LA IGNORANCIA...

A comprar dólares
A cambiar el auto,
A ser cada día más egoístas
A no recordar al que te salvó la vida
Al que despertó de la mediocridad....
A olvidar al buen amigo, a taparlo con injurias
A tapar al buen amante, por no haber sido el modelo.

A todos ustedes.... les dedico esto

Gustavo Bonino

LA VIDA ES UNA FIESTA...




Luego de una semana encerrado en la habitación del motel, de la cual salía solo para comprar algo de comida y  -por aquellos días-  la botella de whisky, salí con la guitarra, la puse en el auto y me fui a la playa. 
Estaba débil en todo sentido. Pero sabía que esa debilidad era pasajera, el resorte al despertar. Era, en términos de dramaturgia, un poco de digresión, antesala a la progresión que por algún lado olfateaba. 
La semana de encierro en el motel, fueron de una estática que llegaba a hormiguearme ciertas partes del cuerpo. 
A veces la vista perdida en la tevé y la mente en cientos de miles de lugares. Hasta que caía en un lugar que me despertaba algo. Por lo general, llanto. Esa gran rueda mágica cargada de melancolía. 
La noche en la playa no podía ser más hermosa. Al fin algo me hacía llorar sin tener que recurrir a una parada triste de la rueda mágica. Toqué tantas canciones a la luz de la luna que tuve que repetir algunas. Imaginaba que Gina estaría mirando desde lejos. Eso mejoraba la calidad de las canciones. No fue Gina. Fue Juana. Una mejicana de ojos negros me miraba desde el deck de su casa, que daba sobre la playa. Yo ni siquiera había reparado en la cercanía. La noche nos escondió a ambos. Hasta que un llamado de ella y una luz de farol, corrieron los velos negros que nos separaban. Nos descubrimos. 
Me invitó a acomodarme en un puf blanco, ella se levantó del suyo y trajo un par de vasos con Ron. Cantamos hasta el amanecer. Luego me invitó a pasar. 
Me dio cariño. Hacía mucho que nadie me acariciaba la espalda. 
Gustavo Bonino

martes, 3 de mayo de 2011

AROMA, CAPRICHO DE LA MEMORIA



Llegué a Orange, alquilé un auto compacto,  tomé la ruta nacional número cinco, directo a Los Angeles.
Todo era confusión. Iba a Orange, no la Los Angeles. Pero cuando estás perdido, hacés lo que podés y no lo que elegís. Ir a Los Angeles no fue una elección. Perdido. Eso era. Perdido. Cuando uno está perdido, sigue un instinto. O el instinto te lleva a cualquier lado.
Cuando estás perdido, no se tiene nada que perder, cualquier lado da igual. Saltar del avión sin el paracaídas. Caída libre, que sea lo que el destino quiera.
De qué escapaba? El dolor o la bestia interior te sigue a donde vayas. No es cuestión de quitártela y guardarla bien planchadita en el closet. No. El dolor es parasitario. Vive pegado a vos. Y no se trata de que te guste o no. Se trata de hacerte fuerte. Creer o reventar, cara o seca, pelota y pared, imán y metal. Propiedad "adictiva". El dolor está siempre en tus espaldas.
Puse de inmediato, antes de ver el mapa, una hermosa versión del Requiem de Mozart que me regaló un amigo. Quizá merecía una "misa para los muertos", si alguien se apiadara de mí?. Lo perdido que estaba.
Pero me sostenía una circunstancia. Seguía en marcha. Apenas empecé a transitar Orange County, me gustó. Los Angeles era demasiada adrenalina para un tipo que necesitaba todo lo contrario, suero para sobrevivir. Cada tanto me saltaban lágrimas. Catarata natural. Gotas cayendo sobre una cara de piedra. Dura, firme. "Existirá la sonrisa?", me pregunté estúpidamente. Claro que existe!. No existía en ese momento. Pero aún tenía una carta válida en el truco que la vida me tendió. El ancho de espadas y dos cuatro de copas. Sí. Así de ambigua era mi realidad, la mejor carta del mazo y la peor, repetida. Pero Dios reparte y uno juega a lo que puede y nunca a lo que sabe. Dios es caprichoso, como los sabios.
Decidí quedarme a dormir en Stanton, una de las ciudades del Condado de Orange. El aroma a naranja se respiraba a través de la memoria, me trajo un recuerdo a San Pedro, cierta vez que fuimos de niños a acampar. Los aromas te transportan.
Como respirar el olor del pelo de una mujer y estar con todas a un tiempo.
Capricho de los sentidos. 
Un túnel desconocido me tendía la alformbra roja. O tal vez la de color negro. A esa altura solo tenía el ancho de espada, el aroma a naranjas y la asistencia, la caprichosa asistencia de Dios y su desafío al repartir las cartas.

Gustavo Bonino


lunes, 25 de abril de 2011

QUIZÁS...



Toda persona llega a una encrucijada en su vida. Hay varios caminos, pero básicamente hay dos. Ser quien sos o ser quien querés que los demás vean.
A ambas posturas las elige uno.
Por los autoparlantes del JFK, llamaron que mi vuelo a Orange, California, estaba demorado por los fuertes vientos.
"Nadie me espera en ninguna parte", pensé. "Qué importa..."
Yo elegí ser yo. Yo, en busca de mí.
Aunque no estaba seguro de quien era, realmente.
Elegí ser eso, ese boceto con algún aspecto, con algún color, con aciertos, errores, dolores, amores. ¨
Para saber quien sos, tenés que verte. Tenés que desnudarte. Y eso es exactamente el motivo de alejarme de todo. De todos.
De encontrar una identidad, quizás volviere a NY. 
Eso era una ruleta, una sola bola y una sola apuesta. La encrucijada, no?. 

Gustavo Bonino

miércoles, 20 de abril de 2011

CALIFORNICATION, GO WEST!



Lo dejé a Luca con Al. Se lo llevé al negocio. Esta vez no me costó soltar. El amor era el mismo, pero las necesidades, no. Necesitaba estar solo. “Más solo?”, me pregunto Al. Se rió, broma  usual en él. El chiste americano. “Rápido y fácil.”

Lo lindo del viaje la deriva misma en la que uno se sumerge, sin mapitas para sonsos, desplegables e incómodos de leer. Qué importa cómo llegar al inicio del Puente de Brooklyn. En la calle hay gente lugareña, que oficia de mapa. Una simple pregunta y listo. Y no andar con esos orientadores de papel que cuando los desplegás, ocupas medio vagón del Metro. O de la vereda. Pero la gente necesita correr, conocerlo todo. Será por eso que tal vez se inventó el GPS. Vaya ironía, que un aparatito le enseñe al hombre, lo que el hombre hizo (incluyo al nefasto GPS). Y nunca falta el tarado que te lo refuta y se sabe hasta las siglas de esas tres letras. Me da náuseas.
Levantarte un día y decidir si para aquel lugar porque es bohemio o hippie o a aquel otro porque hay sol, playa y podes patinar por carriles señalizados. Creo que el que inventó el GPS subestimó, destrozó el instinto del hombre, desde tiempos inmemoriales, en donde los hombres, por ejemplo poblaron América, cruzando el estrecho de Bering. Solo por hambre, para seguir a las manadas de animales que lo cruzaron. Cuando todavía era hielo y los continentes no se habían separado. Pero este tema a nadie le importa y es mejor colocar un aparato con una voz femenina y sexy que diga "RECALCULANDO".
Solo recordar la RUTA DE LA SEDA. Gente que se iba desde Francia hasta la antigua Cathay (hoy China)  para buscar gusanos de seda. Hoy lo disfrutan los grandes modistos, los que tienen GPS. Pero aquella gente cruzaba parte de la Siberia, para no ser confiscados por los que tenían el poder de los puertos del Mediterráneo. Cuantos murieron? Cuantos habrán muerto en esas heroicas travesías y nosotros nos jactamos del cruce de la cordillera de los Andes, todos los años, haciendo actos tarados y una profesora de piano con peluca que conduce un coro de futuros compradores de GPS, cuyos padres aplauden emocionados y, a la salida del acto, acomodan el GPS y se vuelven a casa inflando el pecho de la alegría. 
"Lo tengo todo controlado", pensará en su alegría. Pobre.  

Lo difícil del viaje, es no saber por donde empezar. Porque por más que vayas sin timón, para algún lado hay que rumbear. Una zona geográfica. Luego es como el cuento de Borges “El camino de los senderos que se bifurcan”. Y ahí ya estás en el viaje. Ya no sé necesita más nada, solo piernas fuertes y algo de cuidado.
California, voy a vos. En el aeropuerto veré hacia que ciudad volar. Por un rato, por un tiempo o para siempre.
Dejé el apartamento de NY, no hablé con el dueño, no soporto a la gente que te inventa problemas para sacarte dinero. 
Giré dos veces la cerradura y me fui. Es la única forma de irse. Tanta pompa y mariconeos lo convierten en un Redoxón en un vaso con agua. Le dejé una nota en el piso al dueño y las llaves a Al.  
Taxi, cruzar el Manhattan Bridge hacia el JFK.
Gina, cuántas veces lo cruzamos juntos? Cuántas, separados?.
Por qué si no estás en mi mente, si ya te maté, como es que no estás muerta? Y mirá que mi mente falla en muchas cosas, no como la de un Jurado de Notables,  que deben llevar debida cuenta de las acciones de la persona A o X.
Pero las dos balas de Remington que gatillé a tu pecho y ahí, cuando caíste muerta en alguno de mis lóbulos, el de la memoria seguramente, no cabe duda alguna que tuviste que haber muerto. No fallé, hasta tuve el reparo de descorrer las lagrimas de sangre y sal que me quemaban la cara y la vista, para no fallar en el disparo.
TIME WILL TELL, my ass!!!.
TIME WILL NEVER TELL ME ANYTHING. El tiempo no habla, el tiempo acomoda. Y, Gina, vas a desaparecer de alguno de mis lóbulos, en el que  estés, no importa,  y voy a vivir sin tanto pasado, pisado, pesado y posado, sobre todo eso. Voy a dejar las poses y voy a ser yo. Y la culpa no es tuya. La culpa es toda mía. Yo me dejé llevar por ese río plateado de pasarelas y trivialidades  y shoppings y departamentos a estrenar con piscinas. Yo fui trivial. Lo fui. Siempre me di ínfulas de tipo bien. Y ya basta con todo eso. Estoy demasiado cansado, demasiado ciego y demasiado grande para seguir jugando al nene genial. No me queda ese traje. El primer descreído soy yo.

De pronto me encontré hablando solo, como si Gina estuviera a mi lado o, mejor dicho, en frente.  Sabiamente ambos supimos que jamás iba a funcionar.

Me quedé dormido en el taxi mientras llegaba al JFK. El taxista me ayudó con las valijas… Le hubiera pagado el doble si me hubiera dado las respuestas que allá, en NY, a las cinco de la mañana, en ese invierno helado, estaba yendo a buscar.

Gustavo Bonino

martes, 12 de abril de 2011

BARAJAR DE CERO, CALIFORNIA



"Ir a Buenos Aires" es la frase que a cada rato se me cruza. "Ir a Buenos Aires".
No estoy seguro si el verbo de dicha frase es "ir" o "volver". No lo sé.
Volver irme, pero de NY.
Pienso en todas las opciones. En todas. "Matarme",  incluída. Es más fácil matarte que asumir los costos de la realidad adversa.
Descarto el hecho de matarme. Entonces? Buenos Aires? Dejamos todo a medias como siempre?. Sí, sí, se puede escribir a distancia, el mundo globalizado. No. Para escribir sobre un lugar hay que sentirlo.
Por ejemplo: Cómo puedo escribir sobre "take a carriage ride, en Central Park?" Toda la prensa que se hace en contra de ellos. Los pobres mateos o carruajes, tirados por caballos bellísimos... Cómo puedo saber yo como sigue esta tonta y singular rencilla?. Borges decía siempre una frase maravillosa "Me gusta sentir los países". El turista es un mero recurso económico.
Doy vuelvas en el living, mientras me sirvo una medida de Vodka sabor a multifrutas.
- Qué haría un tipo pensante en un momento así?, me grito a mi mismo.
La respuesta estaba tan cerca que no la ví. Irme, pero dentro de los Estados Unidos. Lo llamo a Al.
- Es mucha plata, me responde Al.
- Es que necesito moverme o voy a enloquecer, Al.
- Qué vas a hacer en California? Ganarte una chica tras otra... Para eso voy y lo hago yo.
- (CASI SUPLICANDO) Al...
- (RESIGNADO). Está bien. OK, te presto ese dinero. Pero te venís con un libro escrito o me devolvés el doble!. Creo que Al no se animó a decirme que quería venir conmigo. De todas maneras, este es mi viaje.

California, tal vez L.A., Tal vez Vegas, tal vez Orange. No lo sé. Pero debo moverme. Ya siento a los gusanos empalagosos por comer de mi carne.
Debo dejarme ir. Debo perderme. A veces pienso que perderme es mucho más productivo que encontrarme. Encontrarme dónde?
Luca se queda con Al. Se aman.
Y yo voy en busca de lo que no se que busco. Pero de esa inercia algo bueno tiene que salir.
Buenos Aires quedó descartado. El aire está muy viciado por allí. Mucha gente a la cual le han extirpado la memoria. Sería ir a confrontar cosas que se confrontan solas y como un Uvasal, se desintegran sin que uno tenga que revolver. Revolver, mover la mugre. Esa mugre que surgió de muchas cañerías, no solo de la mía. No por ahora.
El tiempo lo dirá?, no lo creo. No esta vez.  Esto tendrá su tiempo justo. El tiempo que yo le marque al tiempo, y no el caprichoso tiempo al cual no tengo ganas de seguir ni de esperar. Tomar el toro por las astas.
Algo se tiene que romper en millones de pedazos, como el caracol que terminal siendo arena blanca. Dejar la forma rígida para tomar la tibia suavidad.
Agarrar el maso de naipes (mi abuela los llamaba barajas), barajar (en honor a ella) y empezar de cero.

Gustavo Bonino

jueves, 7 de abril de 2011

NIÑO...



Cuando se te cae un libro, da por seguro que se te caen todos.
Pasaron dos semanas desde que Al me invitó a almorzar. Me sacó al sol.
Debía tomar una decisión. El dinero empezaba a escasear y Manhattan no es tan cara como Buenos Aires, pero es cara. Mientras pensaba esto escuchaba que cantaban un "feliz cumpleaños"  en algún otro piso. Me llamó la atención, salvo Kiara, la hija de Ama, no kids at all. Pero Ama estaba de viaje. Ni idea.
Estuve toda la semana llamando al editor para que me publique -please sir!- la novela. Pero no. Estaba en el budget del año que viene, con suerte. No fuera cosa de que alguna novela le gustase más que la mía. Y mi novela se publicaría en el año 3000.
Al estaba a la espera de una respuesta de un amigo suyo. Existía la posibilidad de empezar a trabajar en bienes raíces. Dos palabras que lo dicen todo "bienes con raíces. Raíces en la tierra". De no estar tan desesperado jamás se me hubiera ocurrido pensar en esto. Hay tantas cosas que decimos sin siquiera pensar...
Somos autómatas. Todo lo hacemos por actos mecánicos. Y yo iba derecho al negocio de "bienes raíces o Real State", como una vaca al matadero. La misma cosa, el mismo aburrimiento. La misma muerte. Ya me imaginaba sacando una tarjetita con mi  nombre y cargo exagerado, que patético. No sé ni en donde está el interruptor de luz de este apartamento, cómo iba a vender uno que ni conozco!.
- Me vuelvo a Buenos Aires, me dije.
- A hacer qué?,  me respondí.
- A ver a mi hijo, retruqué a mi otro yo.
- A tirar tu sueño por la borda, tarado. Eso no lo dije yo,  la voz venía de la puerta.  Yo estaba tirado en el sillón dialogando conmigo en vos alta, como los locos. Como los locos como yo. Era "super Al" una vez más, que tiene llaves de mi apartamento y entró para ver como estaba, ya que al celular lo tiré a la basura y al teléfono fijo no lo atendía.
- Al, pasá, hay vodka con sabor a mango en el freezer. Servite y servime.
- No. Tengo que volver al negocio,  me dijo con cierto tono de bronca.
- Enojado...
- Sí, me replicó, en un tono seco.  Te estuvieron llamando por el trabajo que te conseguí y no atendiste una sola llamada. Sabés lo que les rogué para que me dieran el sí? Son clientes míos. Empeñé mi palabra por vos.  
- (EXCUSÁNDOME)  Perdón...
- Perdón, un carajo!. Que te pasa! Tenés un talento enorme,  alguien te va a ver.
- (ME LE REI EN LA CARA) Sí? Quién? Cliff? o algún idiota como ese?, le respondí.
- Y por qué no? Tenés una novela publicada y otra en camino, empezá con la tercera. Pensá... Recreá tu mente.
- OK, a ver... (IRÓNICO) Ya lo tengo!!
- Qué?, preguntó Al, con inocencia....
- Voy a escribir la historia de una hada madrina que viene todos los meses y me paga la renta y la comida y...
- Basta!, me gritó Al. Hacete hombre! Si sos tan escritor, trabajá y escribí y dejá de andar haciéndote la víctima. Nadie te hizo nada. Cliff y su nombre estúpido, tenía razón, cada vez escribías menos y con menos intensidad.
- Sí? Y eso a quien le consta?, le respondí.
- A mí, me dijo. Y lo repitió. "A mí". Tu fan número uno y tu mejor amigo. Si yo supiera que no servís no estaría aquí. Tenés talento. Sabés como esperaba cada día tus historias, era lo único que me sacaba la mente del negocio. Deja los fantasmas del pasado. Ocupate de vos!.
Me quedé en blanco. Al era mucho más sensible de lo que siempre había pensado. No era un amigo, era un hermano. Y le creí, porque yo sabía que estaba en lo cierto, que tengo talento. Y que no tengo idea para donde llevarlo.
Se sentó en el sillón y me abrazó.
Fue entonces cuando empecé a llorar como un niño. Ese niño que de niño nunca lloró.

Gustavo Bonino


miércoles, 6 de abril de 2011

CERCA DEL CERCO



Luego de que Cliff, vaya nombre de imbécil, me despidiera, debía tomar una decisión. En cierta forma el "imbécil" no era tan imbécil. Yo estaba, como se suele decir, con la pólvora mojada y mi forma de escribir es exactamente igual a un vómito. Sale todo junto, caprichosamente y no hay forma de pararlo.
Luego de dos días de encierro, celular apagado y cable del teléfono arrancado, decidí salir. Era el mediodía y de pronto me dieron ganas de vivir.
Luca, pobre, hizo sus necesidades en el diario durante esos dos días y mi única tarea era atenderlo, para no morir del asco. Como pude, solucioné el tema "cable del teléfono arrancado de bronca". Lo logré. Ironías de la vida. De pronto supe de telefonía pero no me salía una palabra.
Pensé en llamar a Ama, pero recordé que se fue con su jefe a California a la convención de no se que cuernos. Acá todo el mundo hace convenciones. Hay tanto dinero, que se consume cualquier pavada y con éxito. Para eso arman convenciones. Todo el tiempo convenciones. Para venderte desde un percha multifunción hasta un lugar de vacacciones de por vida.  
Pensé en llamar a Gina, but, it´s to late to say "I´m sorry". No. Error. Pasado.
Y Linda?, también lo pensé, pero lo único que iba a ganar era que se me instalara de por vida.
Sonó el teléfono. Miré la llamada. Era Al. Atendí.
- (GRITANDO) En donde estabas? Te dejé cien mensajes.
- No será mucho?
- Te dejé dos mensajes pero largos...
- Estuve siempre acá, en casa. Me despidieron del blog.
- Te paso a buscar ahora, me dijo Al, siempre firme y fiel.
- Dale, necesito ver el sol.
Me invitó a Del Frisco´s, en la 6ta Avenida con la calle 49. Famoso por su Double Eagle Steak House. Además tienen vinos argentinos. Nos tomamos dos botellas.
Le expliqué bien a Al lo que me estaba sucediendo. Y él siempre con su cigarro en la boca me escupió su humo y su verdad.
- Si te volvés, vas a ir corriendo a buscar a Gina. Si te quedás, yo te consigo algo. Estás en la lucha. No todo está perdido acá.
- Sí, pero me están cagando a palos.
- Exacto!!, me gritó. Te están cagando a palos. Qué creías que Manhattan era el sueño dorado en donde vuelan duendes?.
No, respondí. Al continuó con su regaño. 
- Tenés dos novelas y la gente del blog que se vaya al carajo. Vos sabés que podés pelearla, no seas maricón!
Me agarró de los cachetes. Me dió una palmada en una mejilla.
- Despertá. Qué querés hacer? Irte o quedarte?
Pregunta sin respuesta. Solo atiné a levantar la mirada mientras mis lágrimas  caían sobre un pedazo de carne cara.
Al suspiró, en claro gesto de resignación.
Pidió la tercera botella de vino para llevar y la cuenta.

Gustavo Bonino

lunes, 4 de abril de 2011

ATRAPADO Y CON SALIDA



Esta mañana el dueño del blog con el cual pago mi renta y sobrevivo, me despidió. Un tal Cliff. 
- No estás rindiendo, me dijo con su irritable cigarrillo fumado en boquilla. Y sus finos bigotitos. Detesto su imagen.
- Perdón?, respondí azorado.
- Ya cada vez entra menos gente al blog y los sponsors se nos van. Además ellos me pidieron, con todo respeto, que debíamos cambiarte.
- OK.
- Estás molesto?, me replicó.
- Desconcertado, respondí.
- Qué es lo qué te pasa?
- Estoy en mi mayor momento creativo. La novela ya está escrita. Tengo trabajo adelantado.
- Entonces?
- Entonces no entiendo tu postura... Yo no sé de sponsors. Yo sé lo que hago y porqué y cuando lo hago. Lo que escribo y lo que soy son la misma entidad. Pero no espero que entiendas esto.
- Te entiendo, pero..., dijo y lo corté de forma tajante.
- No, no entendés nada. Escribir no es tipear. Escribir es pensar.
- Gente como vos hay montones, me respondió en un tono de tipo superado.
- Chau Cliff. No perdamos más tiempo. Sos tan mediocre como tu nombre. 
Me levanté de la silla y me volví caminando hacia casa. Necesitaba tomar aire, pensar. O no pensar. Pero el cuchillo ya estaba en mi espalda. Debía decidir. Dejar de sangrar o desangrarme. No tenía la capacidad de discernir entre ambas posibilidades. En ese momento eran dos desventajas.  
Otra vez se venía la mala. Ahora solo viviría de la venta de la primera novela, publicada en libro. Pero en NY, salvo que escribas un Best Seller o alguna taradez semejante, no sos nadie hasta que llegues al quinto libro y la gente empiece a fijarse en vos. La segunda novela estaba en pañales y la editorial me la demoró hasta el año que viene. Otra vez a empezar de cero. 
Al llegar a casa me agarró una repentina alegría inmensa de no trabajar más para ese tarado. Luego, fue un ataque de angustia grande como una casa. 
Encendí un cigarrillo y me serví un whisky. Debía tomar una decisión.  Quedarme y pelearla, arriesgando el poco capital que me quedaba o ponerme a trabajar en un bar o algo por el estilo- O volver a Buenos Aires. Volver a las tierras de Gina y su nuevo capricho llamado James. Ricardito ya era parte del pasado al igual que yo. Bah!, a esa altura yo ya estaba más que enterrado.
Lo cual, pensándolo bien, era lo mejor.
Volvería a ver a mi hijo, lo cual me alentó. Volvería a empezar de cero.
El teléfono no paraba de sonar. No atendí. Podría ser Cliff con algunas de sus frases taradas de libritos para gente exitosa (las conoce a todas. De memoria, tal cual es un tipo de talla. Todo de memoria).  
Arranqué el cable del teléfono. Puse a Aimee Man en el I Pod.
Me acosté bajo el frazada y mandé a Dios a la puta madre que lo parió.
Aimee logró lo que Dios no pudo. Detener mi mente.

Gustavo Bonino



miércoles, 23 de marzo de 2011

SILENCIO, POR FAVOR...



Linda por suerte venía de vez en cuando. Ya me hartaba un poco su pose de superada. Me agarró mal parado una vez y desde ese entonces se creía "La Reina Batata".  Es hermosa, sensual, hace el amor como nadie en esta puta isla, pero ya me estaba cansando su mundo de pepperoni pizza.
De repente sonó el teléfono.
- Yo atiendo, dijo Linda.
- No!, grité a los cuatro vientos. Creo que el grito fue tan fuerte que pude hasta haber cegar a Jano, en la Antigua Roma. Se apichonó.
Atendí.
Otra vez la voz infantil de Gina. Resoplé como un caballo cansado. Ya no tenía capacidad de que me salga con alguna de sus artimañas (por artimañas quiero decir, boludeces). 
- No qué?, me respondió alarmada con un alto porcentaje de falsedad. Ella sabe manejarme. 
- Gina... Qué pasó?
- Con qué?
- Llamaste. 
- Claro. Estás bien?
- Empiezo a creer que sí. La que no está bien sos vos, le dije en un tono peyorativo. 
-  Por qué la agresión?
- Porque no soporto que seas el animal de la jaula y yo el niño de cinco años.
- Perdón?, me respondió.
- Estás, sos fascinante, pero no puedo alcanzarte.
- No hiciste mucho esfuerzo...
- Cierto.
- Entonces, de qué se me acusa?
Yo ya estaba al borde de cortarle.
- Para que llamaste?, le repliqué con bronca.
- Para.... La interrumpí.
- Para no perder terreno. Estás con ese estúpido y me llamás a mí?
Ella entendió mi dolor. Sabía que por primera vez en meses, esta vez tenía razón. Se escuchó un leve llanto, algo así como la nota más triste de un violín.
Linda me miraba sentada desde el piso, sin entender un carajo de castellano (thank´s god!) mientras yo me deshacía de dolor al escucharla.
- Volverías conmigo?, me pregunto.
- Volverías conmigo?, le repliqué.
Ninguno de los dos se animó a responder. Mucho menos a cortar. Luego de cinco minutos dije,
- Estás?
- Te importa?
El silencio nos venció por completo.

Gustavo Bonino

martes, 1 de marzo de 2011

LA GRAN DUDA...




Linda me ayudó en cierta forma a armar una historia que tenía en la cabeza. No sé si fue bronca o admiración cuando ella reescribió mi sinopsis en otra hoja y la dio vuelta por completo. Ella no acababa de vomitar un futuro best seller, pero reescribir y cambiar el orden de una historia y dejarla decorosa, me asombró. Le tomó diez minutos. Yo estuve tres días. Me entró un gran interrogante. Realmente soy un autor?.

- Es fácil, me dijo. Es como hacer una pizza de pepperoni, tiene un orden que jamás cambia. No solo es siempre la misma receta sino que los pasos que se usan, tienen un orden exacto. Si yo cambiara ese orden, me saldría todo menos una auténtica pizza de pepperoni.
Ese fue el momento en que no supe si gritarle "ordinaria" o decirle suavemente al oido "sos genial". Me dejó pasmado. Se me vino una ola hawaiana de doce metros encima, que me revolcó, me sacó el traje de baño y me dejo literalmente "en pelotas". 
Linda, que regentea una pizzería, con un simple ejemplo, tomó -con total naturalidad- el rompecabezas de mi vida y lo hizo añicos. Tal cual como lo acaban de leer. En diez minutos y jugueteando con algo en lo que yo me creía tan autor, me bajó, al menos, cuatrocientos puntos en el ranking. O me mandó al fondo de la tabla, cuando yo creía estar en la punta y con doce puntos de ventaja. No.

Cerati lo advirtió, 

Como siempre la reacción
Es tan lenta como mi voz
arrasando con la razón
el Tsunami llegó hasta aquí,
lo vi venir...

Le tuve que pedir que se fuera.
- Te sucede algo? dijo en su sensual acento "so british".  Estás sudando.
- Necesito salir a la calle ahora mismo.
- Te acompaño, replicó.
- (GRITÉ EXALTADO) No! Tengo que averiguar un par de cosas.
- No te preocupes, sos un gran escritor, me dijo inesperadamente.
Me fui. La dejé dentro del apartamento con Luca, que estaba recostado y nos miraba de reojo.
"Gina" pensé. "Cómo nunca me lo dijo?. Celebraba mis escritos, pero realmente le gustaban?".
Mientras iba escaleras abajo grité "Por qué nunca nadie me lo dijo!, Gina en donde mierda estás?" 

Me fumé todos los cigarrillos del mundo. Miraba el agua bajo el puente de Brooklyn. Las olas color plata. Las luces de neón de los carteles, las luces de los autos ir y venir, como serpientes encendidas, interminables.
Me despertó un vago para pedirme algo de dinero. Estaba de suerte. Le dí lo único que tenía. Veinte dólares.

Gustavo Bonino

domingo, 27 de febrero de 2011

SERA QUE NO SIEMPRE ES POSIBLE SOLTAR?







Linda Roberts es de esas mujeres que la primera vez que su cuerpo toca una cama, se quedan, al menos una semana instalada. Está casada, aún. Con su esposo llevan bien el negocio gastronómico, no se molestan. Cada uno sabe el uso de la libertad  que tiene el otro. Por eso, para Fredrick, tal es el nombre de su marido, que haya estado ausente de su casa una semana, le importó poco y nada. Seguramente él habrá aprovechado para hacer lo propio. Hoy por hoy con Linda somos amigos y de vez en cuando hacemos algo más. Ella cambia de "hombres trofeo", como yo de remeras.  
Nos levantábamos a las 8 AM, yo preparaba el desayuno, le ponía la correa a Luca y la acompañaba hasta el Metro y me iba a bucar café o el USA TODAY, o cigarros a lo de Al. Hombre de códigos fuertes. Tiene un cierto tono a Vitto Corleone. Es seco, de corazón enorme, si alguien se mete con los suyos, no duda en sacar el bate de baseball que tiene detrás del mostrador. Un bate que se compró en la Isla Margarita, de Los Leones de Caracas. Es fanático de los basebolistas Venezolanos. Argentino, que hizo el secundario en Caracas, emigró por poco tiempo a Miami para luego irse a New York.
Se le mezcla el tu con el vos. Y eso y otras cosas, lo hacen un tipo tan querible... Luca lo ama y es el único animal que tiene permitido el acceso a su negocio, así esté prohibido, así le caiga una inspección con Luca adentro. Y Luca no es exactamente un perrito faldero. Me llega a la cintura. Pero Al sabe manejar sus asuntos. Y lo hace muy bien.

Luego de aquella semana con Linda, y al tener poco trabajo en el Blog, actividad que se iba en picada con la aparición de nuevas y más rápidas e histéricas redes sociales, debía concentrarme en mi segunda novela. Viví durante un tiempo del adelanto que me dieron, pero el tiempo es oro, el tiempo vuela, el tiempo es plata.
La temática era, lo es, el libro, al día de hoy,  está publicado, la convivencia que ocurre en un tercer piso por escalera, en un obsoleto edificio en Queens entre las personas que habitan los cuatro apartamentos dicho piso. Convivencia de distintas culturas, razas. Y  es, diría un biólogo, un ecosistema, una pequeña sociedad que representa a la sociedad con la que nos topamos en el día a día. Debo reconocer que tuve que leer el Zoo de Cristal y un par de cuentos de Discépolo: "Mateo" y "Babilonia". No me faltó  Cortázar y sus AUTOPISTA DEL SUR o LAS MÉNADES. Aunque las distancias eran enormes, yo encontré grandes acercamientos entre estos textos.

Estaba por llegar, en aquel entonces, un amigo de Argentina, autor, desde luego (vino a hacer una adaptación para Argentina y España de una obra que hace años se da Broadway y debía conectarse con el dueño de los derechos, repasar los textos, etc.) y me vino bien la mano que me dio. O tal vez no. Tal vez no me interesó lo que me propuso. Pero sirvió escucharlo, porque del NO ajeno, sale el SÍ propio. Hay veces en que concilias fácil, vas por los mismos carriles, los mismos mambos. Pero eso es harto difícil que ocurra. Supongo que en un jarro, lo más importante del mismo, es la parte inmaterial, o sea, el vacío que le dá la entidad de jarro,  si no logra albergar líquidos, pues entonces ya deja de ser un jarro. Otros ven como lo más importante a la estructura de jarro. El material que le da forma y no función.

Hoy por hoy, mientras tiro los días paseando con Luca por el Central Park, veo mucho cine en mi portátil y extraño muchas cosas que ya deberían estar envasadas y etiquetadas. Aún así se siguen moviendo dentro mío.
"Soltar a tiempo es difícil, pero hay que hacerlo", me dijo una vez un maestro de la dramaturgia.
Pero me pregunto,  cómo será soltar el dolor de la pérdida que te corre por las venas?. Ese mismo dolor que quedó encallado en el alma. Ya estaré atrapado? No habré podido soltar a tiempo?

Gustavo Bonino

miércoles, 23 de febrero de 2011

PEPPERONI PIZZA.




Y llegó por fin el día en que salí al sol. No me costó bañarme, dormí algo y hasta decidí comprarme ropa.
Domingo, lo llamé a Al. Nos tomamos el metro -jamás tendría auto en NY, la red pública es tan buena y variada, que no hace falta luchar por un parking o por tardar treinta minutos para hacer dos cuadras- y nos bajamos en el SOHO. Al estaba fastidiado porque detesta el sol y todo lo que tenga que ver con el bronceado, la playa, el calor. Es feliz en invierno, yo no soporto el frío y odio el invierno que lo complica todo.
Nos sentamos en un restaurant. Qué palabra rara, porque podría decir,
  • Restorán
  • Restaurante
  • Risstorante
Nos pedimos una pizza grande con pepperoni. La clásica y newyorquina "pepperoni pizza". Con Al tenemos muchos gustos en común. El peperoni es uno de ellos.
Y ahí la ví, ella me estaba mirando antes de que yo la vea. Antes de ver toda la hermosura del mundo reunida en esa mujer. Aunque sentada, se notaba que era alta, flaca, de pelo color azulino -supongo- aunque con el tiempo me di cuenta de que es una morocha de ley. Una cara perfecta y una sonrisa que me contagió.
Llegó la mesera con la pizza, Al me hablaba y yo le respondía con monosílabos. Es que aquella mujer que hoy se llama Linda, no tenía nombre, sí tenía hombre, sentado con ella, pero no paraba de mirarme. Fue mutuo. Creo que esas cosas pasan por obra del azar.
Si Al y yo nos tomábamos el metro, 30 minutos antes o después, tal no la hubiera visto, o me hubiera sentado en otra mesa en donde jamás hubiera podido fijarme en ella. Pero no. Las coordenadas eran perfectas.
- Dejá de mirarla, viste el tamaño que tiene el novio?, me advirtió Al, fastidiado por el sol y por mi baba.
- Es perfecta Al. No puedo dejar de mirarla.
- No me jodas el domingo, me ibas a contar de la novela que estás escribiendo.
- Bien, la novela?, sí bien. bárbaro.
- (ENOJADO) Bárbaro qué idiota? De que se trata, la estas terminando?, me recriminó Al, levantando la voz.
- No, en realidad no. Tengo casi todo escrito y casi todo disperso.
- Como ahora.
- En serio, es lo que me pasa siempre, nunca me conformo. Me aburro y a los quince minutos, apago la computadora. Me harta no poder ser claro.

Fue en ese momento, en el que le estaba contando a Al sobre la novela, cuando vuelvo la vista sobre esa morocha y, de golpe, la tenía parada al lado. Sacó una tarjeta con el logo del lugar (no quiero ya saber como mierda se escribe "restaurant") y me la dio. El fastidio de Al ya estaba al borde del escándalo, con soplidos de aburrimiento, el jugar con las botellas, sacándoles sonido con el tenedor.  

- Hola, me dijo en un acento británico que me deshizo. Soy la dueña del lugar. Te dejo la tarjeta.
- (TOME LA TARJETA) Gracias, sos muy gentil....
- Linda. Dijo ella de antemano.
- Hermosa.
- Linda Roberts, me respondió y nos dimos la mano.
Le presenté a Al, que ni la miró y apenas le dio la mano con fastidio. Linda saludó, dio una media vuelta con sus zapatos caros y se fue.
De regreso a casa, por suerte encontramos dos asientos en el Metro. Estábamos exhaustos. Caminamos demasiado mientras Al se desquitó  me contó con lujo de detalles como le estaba yendo en su negocio.
El Metro avanzaba. Yo metí la mano en mi bolsillo solo para volver a ver la tarjeta. En su reverso estaba escrito un número de celular y una sola palabra, que bastó para sanarme. "LLAMAME".
Olí la tarjeta para ver si tenía el olor a perfume de esa mujer. La sujeté fuerte. Sonreí con los ojos cerrados. Hacía días que a mi cara no le llegaba una sonrisa.

Gustavo Bonino

lunes, 21 de febrero de 2011

THEATRICAL WAY OF LIFE (IT WAS JUST A DREAM. A DREAM...





La frente, la espalda y, sobre todo, las axilas sudaban a mares cuando desperté. Gina perdida para siempre y yo peleando contra los molinos quietos, molinos sin viento. Bajé de mi habitación a la heladera, me serví un vodka y lo corté con Tropicana.
Me senté en el sofá. Las dos de la mañana. Tenía que hacer tantas cosas y un cordel transparente y rígido me ataba. La inacción. La más puta de las sensaciones. Agarré la computadora. Salió lo siguiente,

Theatrical way of life
When we were just three lonely kids,
And dear mom used to live into
Her pathetic theatrical plays.
Nights and nights came,
My friends were sleeping so well,
But mom chose to be free.

And my brother and I,
Had lived a rare kind of dream.
Home was an eternal cough
I still remember it,
Into my bones and my thin skin
And brother was fucking ill,
But, don’t worry poor boy
Theatre promised her,
A white big limousine……


Gustavo Bonino

lunes, 14 de febrero de 2011

VALENTINE´S DAY, NEXT PAGE.







El trece de Febrero me fui a dormir temprano, me tomé una botella de whisky y mi estúpida creencia de ser el gran novelista se me vino encima, como si una bibiloteca me aplastara. What the fuck!
Y se me vino nomás.
El catorce, el día de los enamorados no podía sentirme más solo. Pero enseguida me acompañé. Recordé una tarde helada con Gina, en la cual nos metimos en el TRIBECA intentando dar con el restorant de Robert De Niro. Era toda una aventura, veníamos de comprar vinilos originales de George Harrison y algo de Jazz de Miles Davis y decenas de ropa interior de Victoria Secret. .
Yo, cholulo como pocos, me compré Thriller, de MJ. Era inevitable. Ese día comimos pizza hasta reventar en el Soho. A falta de Robert De Niro, una buena pizza no era un mal plan. 

Me desperté como a las doce del mediodía  por culpa de mi amigo. Al y sus típicas bromas, me llamó por Skype e imitó la voz de Gina y me dijo sensualmente "I love you, you are my best semental of NY". 
Ese desgraciado hijo de puta. Siempre me sacaba una sonrisa cuando sabía que todo estaba mal.
Me levanté de la cama. Tenía que seguir con mi nueva novela. Me obligué a poner el CULO EN SILLA frente a la pantalla.
Me serví un Vodka sabor Mango,  con Jugo de cajita y me puse a escribir. De pronto escuché a un papel o  a algo parecido que se deslizaba por debajo de la Puerta. Era una simpre hoja. Si hay algo que no soy en esta vida, es ser curioso, salvo que me lleven a eso.
Me levanté del sillón y fui a ver de que se trataba. Seguramente, un comunicado de junta de vecinos. O algo por el estilo. 
Junté fuezas. stop. caminé como pude hacia la puerta. stop. tomé el papel. stop. El cual decía "Ojalá tuviera la suerte que tuvo Gina", la firma era de Ama. STOP!!!.
Abrí la puerta y estaba ella ahí parada, sabiendo que le iba a abrir. Apenas la vi, estiró su brazo y me regaló un corazón de chocolate. No pude más que sonreir. 
- Te gustan los corazones dulces?, dijo y se metió dentro de la casa sin permiso alguno. Kiara estaba dormida en su cochecito.
- La verdad no.
- Sorete
- Me gusta el gesto, Ama, no te pongas violenta. Odio los dulces.
- Happy Valentine´s day!, me dijo Ama.
- Oh thanks a lot my Argentine Friend!
- Te gustó la sorpresa o te estás haciendo el irónico barato?, me dijo.
- las dos cosas, respondi. Soy un ironico barato y me encantó la sorpresa.
Ella se fue sacando sus prendas de modo sensual, después de pedirme que ponga un disco de DIDO.
Cuando estaba encima mío, sonó el teléfono.
- Atiendo?, le dije.
- No, me respondió desafiante. Dura.
De pronto alguien estaba dejando un mensaje en el contestador que decía: "Hola, soy Gina, solo queria decirte que no puedo sacarte de mi cabeza, feliz día de los enamorados".

Ama se zafó de mí, agarró el carrito en donde dormía su hija Kiara y, en el medio del silencio, se fue.
Yo me quedé inmóvil viendo el comportamiento de Ama, hasta el portazo final.
Corrí al teléfono, ya era tarde. Era uno de los tantos mensajes que Gina suele dejar, como una mascota marca su territorio con el pis.
Me serví otro Vodka con sabor a Mango, esta vez puro.
Llamé de inmediato al celular de Gina y nadie atendió del otro lado. Entendí todo.
Next page, pensé. Y seguí escribiendo. Salvando a Mati, mi hijo, las teclas son mis mejores aliadas. Y creo -Sin pedanterías estúpidas- llevarme bien con ellas.
Gustavo Bonino

miércoles, 19 de enero de 2011

KEEP WALKING LUCHO. PLEASE, NEVER STOP!






Estábamos con Al, tomando un ice tea. Jamás lo compraría envasado, tomo solo el que prepara Al. Una vez probé el que prepara Ama. Un asco. Soy de los creen que hasta la comida que menos te guste, puede llegar a ser riquísima si le pones amor. El amor es el mejor condimento. Y si hay algo que le faltaba a Ama, era amor. No porque no lo tuviera, sino porque siempre le fue negado.

Sonó mi celular y el numero me resultó conocido, pero no atiné a adivinar. No suelo atender este tipo de llamadas, pero eran las dos de la mañana y atendí. Raro. Era la voz de una mujer llorando. lloraba tanto que no pude reconcer su voz. Hasta que moduló y supe quien era.
Era Gina, que Ricardito, vaya nombre tarado para un grandulón que intenta hacer chistes todo el tiempo, justo la clase de tipos que detesto, de esos que hacen cursos de autoayuda, no porque realmente lo sientan, sino porque no tienen nada mejor que hacer, esos lugares en donde todos llevan tortas y se abrazan y es toda una farza. Como se le llame a la actividad, en todo caso, esos cursos ambiguos, homologados por cánaras de tal o cual cosa, todo es un invento para gente tarada y muy sola.
Pero era Gina y estaba mal... Por mí? por ese imbécil? Qué le pasaba?

- Qué pasó, afirmé de forma seca, porque no me daba ganas de preguntar, solo de no caer en el  dolor del que tanto me costó salir.  Esto es algo mío desde siempre. Cuando esstoy incómodo, no pregunto. Increpo.
- (Entre suspiros y mocos) Me dejó Ricardito. No pude aguantar una cargajada que contuve de inmediato.
- Te reís?, me preguntó y agudizó un llantito leve y sostenido. De esos que uno tinee cuando ya no da más.
- Sí, me río.
- Se puede saber?
- Porque no entiendo como lloras por ese imbécil.
- Es un buen chico.
- Entonces no me llames, llamá a ese tarado.
-No lo agredas.
-Mas justo  no puedo ser.

Me cortó el teléfono de una manera tan suave que no me dio tiempo a darme cuenta hasta que, indefectiblemente, lo advertí, Estaba hablando solo.
Al, respetuoso como él solo, tiró mi ICE TEA y me sirvió lo que sabe que necesito en estos casos. Un whisky doble y dos hielos. Basta de Ice Tea. La mujer de mi vida era una tarada enganchada con un tarado. Y yo, el tercer tarado, necesitaba un Whisky para comprender. O para olvidar.


Gustavo Bonino

sábado, 1 de enero de 2011

NO SOMOS LOS QUE QUISIERAMOS SER.. (JORGE DREXLER)

a


Había que dar marcha atrás a toda hermosa locura de fumar cigarrros, emborracharne todas las noches, tener pendienes relaciones que no eran tales. Puras estupideces de la soledad. Gina marcó un antes y un después en mi vida, Ya no había retorno.
Estaba en Chinatown, comprando un reloj de marca por usd 12. Imitación exacta al real. Solo que el real costaba usd 900.
Me dejé llevar, hasta que, sin ninguna intención,  estaba en el puente de Brooklyn.  La vida,  me desbordaba, corrí sobre el puente hasta llegar al otro lado del puente, a Brooklyn, necesitaba cansarne, despertar, moverme de la estática que me estaba matando.
Corrí, corrí lo más rápido que pude mientras la gente me miraba extrañanda, estaba realmente sacado, ni siquiera respetaba la línea de corredores y bicicletas al punto que en la liberación interior que sentía, completamente desbocado, perdido, libre, harto, todo a la vez, un pobre hombre al que empuje ciegamente, quedó sentado y, al verme tan sacado, no amagó a nada. Yo tampoco. Qué le iba a decir?
Mientras corría pensaba:
"Qué haces en NY?"
"El Tsunami llegó hasta mí, lo vi venir" dijo Cerati. Esa era mi pequeña porción de vida en ese momento.
Por qué no me cuidaron cuando era un chico? Por qué fui el cadete de mi madre?. Todo para que mi hermano tuviese su medicación. Ahora entiendo, y me siento orgulloso de haberlo hecho. Pero ahora tengo cuarenta años, no quince. La falta de cuidado a la que fui sometido, la estoy secando al sol que pagaba sobre NY. 
Un psicólogo que atiende en la calle cuarenta y dos, al lado de la terminal de buses, me dijo ciertas verdades. Pero creer en psicología es como creer en la magia.
Por qué fui el esposo de mi madre cuando había enfermedad y pesares? Por qué fui el elegido. Me mandaron al frente de batalla sin haber disparado un tiro en mi vida.
Por qué me casé tan joven?
Dónde esta mi hijo Matías?
Por qué yo era el tramitador de la enferrmedad incurable de mi hermano? Por qué no se midió eso. Yo era un chico de quince años y ya parecia de treinta. Es como si me hubieran robado la mitad de la vida. Yo era tan solo un chico.
Por qué a los seis años me entero que ese señor de bigotes sentado a la mesa, ya no solo no era un señor de bigotes.  Ya no era mi padre. El real, el de sangre,  el que jamás lo conocí. Me pregunto como se siente un chico de seis años que entra a la cocina, luego de un abrazo enorme de un falso padre y cuando sale, lo hace con otro apellido. Ese hombre era un impostor. Alguien simuló ser quien no era.   Mi madre me confesó la verdad sin mirarme, atenta a que los fideos no se pasen,, así de espaldas, me contó la tardía realidad.
Papá tiene apellido Candas.
- Yo también ma,  repliqué con amarga alegría.
Dejó de revolver la olla y sin mirarme, sin una mirada de ojos, quebró la historia de mi vida en dos.
- Oscar Candas no es tu papá, me dijo con la naturalidad con que compra un kilo de tomates.  Me reí con inquietud, una licuadora de millones de situaciones giraban y todo se hacía papilla, ahí sentí por primera vez lo que significaba la palabra MARGINAL. Pero tuve la esperanza de otra respuesta. Me quise convencer de que la cosa venía por otro lado, traté -pobre chiquilín- de salvarme.
- (SONREI) Qué pasa Ma? me estas burlando?. Me reí con la inocencia de un nene de seis años, eso era exactamente lo que era.
- Sos de apellido Bazterrica. Luciano Bazterrica, me diijo y bajó la cabeza y dejó de revolver la cena.
- No!, repliqué furioso, con los ojos empapados.  Preguntá en el colegio, ellos saben. Todos me dicen Candás. Mentís!!. De pronto cambié la piel como una serpiente. Y la vida me convirtió en eso. En un ser malo. Solo bajo esa condición podés sobrevivir.
- No sos Candás, era hora de que lo supieras. Me dijo esto mientras pegó un grito al resto de mi familia.
-Qué familia? me pregunté,
-  A comér que se enfría la pasta!, gritaba su negadora voz.
Todos fueron a la mesa. Mi madre me llamó varias veces. Decidí esconderme.
Me recosté en la entrada de la cocina, con mis bermudas marrones y las escuálidas rodillitas sucias. Mi madre pasó por encima mío con una olla humeante, olor a salsa, olor a familia. Ni siquiera notó mi presencia. Pero ese olor acababa de morir para mí. Me escondí como pude detrás de un sillón. Temblaba. "Bazterrica?" Me pregunté.
Me quedé mudo. En otra dimensión. Despacio, me asomé desde el sillón y miré  a ese extraño con bigotes que estaba en la mesa.
Cómo encararía la vida después de esto?. 
Acaso debía llegar al colegio y explicar que yo no era quien era.  Por Dios! tenía seis años.
 Desde ese día hasta hoy, jamás volví a ser igual. Auto-adquirí el mote de "El Raro". Y una bestia empezó a naceer en mi interior. Una bestia con mucha bronca.
Fue ahí, escondido detrás de un sillón,  que enterré a un padre del cuál no sabía siquiera su nombre.

No invité a nadie al funeral de mi muerte.

Gustavo Bonino